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¿Qué está en juego en la COP16 en Colombia?

Por Selma Bratberg, directora de SAIH, y Jessica Yamile Buendia Sánchez, presidenta de LAG (Grupos de América Latina en Noruega)
Esta semana, las naciones del mundo se reúnen en la decimosexta Conferencia de las Partes sobre la Diversidad Biológica (COP16) en Cali, Colombia. Este importante foro sobre biodiversidad se lleva a cabo cada dos años, y en 2022 se adoptó un acuerdo pionero sobre la naturaleza en la COP15, conocido como el marco Kunming-Montreal. El acuerdo reconoce que estamos enfrentando una crisis de la naturaleza tanto como una crisis climática. Es históricamente importante no solo porque muchas acciones climáticas han destruido la naturaleza y contribuido a la pérdida de biodiversidad, sino también porque los objetivos del acuerdo sobre la naturaleza son ambiciosos.

La conexión entre la conservación de la naturaleza y la protección de los derechos de los pueblos indígenas es clara y directa. La supervivencia cultural de los pueblos indígenas depende de la biodiversidad en los lugares donde viven. Practican modelos de desarrollo sostenible que protegen la naturaleza, a diferencia de lo que hace nuestro modelo de desarrollo, que la agota. Por lo tanto, no es sorprendente que los pueblos indígenas se movilicen para la COP16. La organización indígena CRIC ya ha organizado caravanas antes de que los líderes mundiales llegaran a Cali, para difundir su conocimiento sobre cómo podemos cuidar de la Madre Tierra. Solo en Colombia viven 115 grupos indígenas que en total suman casi 2 millones de personas. Para los pueblos indígenas, el acuerdo sobre la naturaleza es la última esperanza que les da un futuro en un mundo donde las áreas que protegen se reducen más y más cada día.
Los enemigos del acuerdo sobre la naturaleza
Pero el acuerdo tiene varios enemigos poderosos. La producción de cocaína es uno de los más obvios. Conduce a una deforestación masiva y un aumento de la violencia. Los pequeños agricultores y los pueblos indígenas que luchan por proteger sus comunidades a menudo son víctimas de esta violencia, y lamentablemente, el presidente de Colombia no ha logrado protegerlos. Según Global Witness, el país está en la cima de la estadística de defensores del medio ambiente asesinados en 2023.
Un enemigo igualmente grande es la industria extractiva. A pesar de la intensa crítica de las comunidades locales que experimentan violaciones de derechos humanos y la destrucción de sus tierras, esta industria sigue siendo legal. Las empresas en minería, energía hidroeléctrica y monocultivos suelen tener las certificaciones necesarias que confirman que cumplen con los requisitos de diligencia debida de la OCDE y contribuyen a la protección del clima y el medio ambiente. Sin embargo, esta imagen contrasta fuertemente con lo que las comunidades locales cuentan sobre cómo se violan los derechos humanos y cómo constituyen una grave amenaza para la biodiversidad.
Un ejemplo concreto es Smurfit Kappa, propiedad de Smurfit Westrock, que tiene grandes inversiones del fondo soberano de Noruega. La empresa, que opera entre otras zonas al sur de Cali, es un gigante mundial de la industria de la celulosa y cultiva enormes áreas de eucalipto y una variedad de pino. Esto representa una grave amenaza tanto para la biodiversidad como para los medios de vida de pequeños agricultores y pueblos indígenas.
Este otoño, una delegación de áreas donde Smurfit Kappa opera visitó los Grupos de América Latina en Noruega y el Fondo de Asistencia Internacional de los Estudiantes y Académicos Noruegos (SAIH), con un mensaje claro: Smurfit Kappa está confiscando fuentes de agua críticas, secando la tierra y utilizando glifosato, un pesticida peligroso que destruye el medio ambiente. Cuando alguien intenta ponerles límites, surgen amenazas. Varios han perdido la vida en confrontaciones con actores vinculados a la empresa. Al mismo tiempo, empresas como Smurfit Kappa en Colombia son un talón de Aquiles para la implementación del acuerdo de paz del país de 2016. El acuerdo incluye una reforma agraria que debería beneficiar a los pequeños agricultores y pueblos indígenas. Pero esta reforma agraria depende de que empresas como Smurfit Kappa vendan voluntariamente las tierras de vuelta al estado, lo cual a menudo resulta ser difícil de lograr.
Los pueblos indígenas están solos
El acuerdo sobre la naturaleza es el resultado de un arduo trabajo, incluyendo el esfuerzo a través del Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre la Biodiversidad (IIFB). A pesar de la amplia movilización previa a la COP16 y los significativos recursos internacionales invertidos en este encuentro global, los pueblos indígenas aún se encuentran bastante solos al estar dispuestos a vivir de una manera que proteja y no destruya nuestro planeta común.